Vivimos inmersos en un mundo que ha domesticado la luz. Desde que Edison inventó la bombilla, nuestro cuerpo ha perdido la brújula solar que reguló millones de años de evolución. Hoy, en pleno siglo XXI, la mayoría de los humanos pasa más tiempo expuesto a pantallas que al cielo abierto. Dormimos mal, envejecemos antes, enfermamos más… y no entendemos por qué.
Pero en un rincón del planeta, alguien ha medido lo que ocurre cuando aún se vive cerca del sol.

Un grupo de investigadores del Kwame Nkrumah University of Science and Technology (Ghana), junto con científicos de Alemania, Inglaterra y el Instituto Max Planck, colocó sensores de luz a 15 jóvenes de Kumasi durante una semana completa. Cada 10 segundos, estos dispositivos registraban cuánta luz recibían, de qué tipo, en qué parte del cuerpo y a qué hora. A esto se añadieron datos sobre su estado de ánimo, calidad del sueño, actividad física y entorno doméstico.
Los resultados no solo son fascinantes: son profundamente reveladores. Porque nos muestran cómo sería vivir en sincronía con el sol, sin tener que volver a las cavernas.

¿Qué midieron exactamente?
El estudio se enmarca dentro del proyecto europeo MeLiDos, que busca entender la exposición lumínica en el mundo real. No en laboratorios, sino en la vida cotidiana.
Los participantes, de entre 20 y 25 años, llevaron tres dispositivos llamados ActLumus colocados:
- Cerca del ojo (plano corneal) – para estimar el impacto real en el núcleo supraquiasmático.
- En el pecho – para representar exposición general.
- En la muñeca – como referencia habitual de otros estudios.
Durante 7 días, se registró la luz cada 10 segundos. También se recopilaron datos sobre:
- Cronotipo (preferencia matutina o vespertina).
- Sueño (horarios, calidad, duración).
- Estado de ánimo (cuatro veces al día).
- Ejercicio, bienestar y actividad diaria.
- Entorno de sueño (luminosidad, ruido, temperatura).
Nunca antes se había recogido un dataset de este tipo en África subsahariana.

A , Ubicación del estudio mostrada en el mapa.
B , Participantes que registran períodos, incluyendo datos implícitos faltantes en gris. Cabe destacar que la diferencia entre los participantes S011 y S012 se debe a una semana de descanso en la recopilación de datos durante las vacaciones de invierno.
C , Duración real del fotoperiodo en Kumasi, Ghana (rosa).
D , Exposición a la luz diurna, vespertina y nocturna saludable promedio y recomendada (iluminancia diurna equivalente melanópica, EDI melanópica).
Lo que descubrieron: una fisiología luminosa intacta
A. Alta exposición a luz natural real
Los habitantes de Kumasi pasan entre 5 y 7 horas al día expuestos a luz solar directa, con niveles de melanopic EDI (una medida del impacto circadiano) que en muchos casos superan los 250 lux —el umbral considerado óptimo para estimular el sistema circadiano humano.
En Europa, ese mismo nivel de luz solo se alcanza en exteriores a mediodía. Y sin gafas de sol.
B. Baja exposición a luz artificial disruptiva
Por la noche, los participantes no usan luces frías o blancas. La mayoría de los hogares tienen iluminación cálida tenue o directamente oscuridad. Además, el uso de pantallas antes de dormir es mínimo, y en muchos casos inexistente.
Esto se traduce en una curva de luz natural: mucha luz por la mañana, disminución progresiva al atardecer, y oscuridad total durante el sueño. Exactamente lo que la evolución diseñó.
C. Sueño de calidad
Aunque no se utilizaron polisomnografías, los registros de sueño y bienestar muestran:
- Buena calidad subjetiva de descanso.
- Alta regularidad de horarios.
- Bajo nivel de somnolencia diurna.
- Estado de ánimo estable.
Todo esto sin suplementos, sin apps, sin terapia de luz. Solo estilo de vida.
Comparativa brutal: Ghana vs el “hombre moderno”
Vamos a ponerlo claro.
Parámetro | Ghana (Kumasi) | Europa / Norte global |
---|---|---|
Luz solar directa diaria | 5–7 h (sin gafas de sol) | <1 h (con gafas de sol) |
Luz artificial nocturna | Muy baja (luz cálida tenue) | Muy alta (LED blanca, pantallas) |
Desfase circadiano | Mínimo | Crónico (jet lag social) |
Exposición a pantallas nocturnas | Baja o nula | Alta (>4 h/día promedio) |
Horarios de sueño | Constantes, sin retraso | Irregulares, fase retrasada |
Calidad subjetiva del descanso | Alta | Baja (insomnio, despertares) |
Nivel de luz melanópica al despertar | Elevado (>250 lux) | Muy bajo (<100 lux) |
Las diferencias son tan radicales que parecen dos especies distintas. Y, de hecho, lo son: una vive alineada con los ritmos solares, la otra atrapada en un ciclo artificial que daña su biología.
El cuerpo recuerda: el poder del ritmo solar

El núcleo supraquiasmático, en el hipotálamo, es el reloj maestro que coordina todo tu organismo: metabolismo, temperatura corporal, secreción hormonal, función inmunitaria, reparación celular…
Este reloj no se regula por voluntad. Se regula por luz.
- Por la intensidad (lux),
- por el espectro (azul vs cálido),
- por el ángulo (a nivel del ojo),
- y por el momento del día.
En Kumasi, el cuerpo de estas personas recibe el mensaje claro de cuándo es día y cuándo es noche. En nuestras ciudades, ese mensaje es confuso, invertido o directamente ausente.
Y así llegan el insomnio, la ansiedad, la infertilidad, la inflamación, el sobrepeso y la depresión.
Ghana como modelo: lo que podemos recuperar
Este estudio no es solo una curiosidad académica. Es una prueba viva de que el cuerpo humano puede prosperar cuando se le devuelve su entorno luminoso ancestral.
¿Qué podemos aprender y aplicar?
- Exposición solar real diaria: al menos 30–60 minutos tras despertar, sin filtros.
- Eliminación de luz blanca/azul por la noche: usar luces cálidas (rojas/naranjas), o directamente apagar.
- Sin pantallas desde 1 h antes de dormir.
- Comidas alineadas con el sol (crononutrición): nada después de la puesta.
- Dormir en oscuridad total, sin LED, relojes ni cargadores.
El regetarianismo no solo se cocina: también se enciende y se apaga. Y eso empieza por la luz.
Conclusión: el sol no ha cambiado, nosotros sí
El estudio de Kumasi no habla de “nativos” ni de “pueblos primitivos”. Habla de una humanidad que aún no ha perdido el ritmo. Una humanidad solar, cíclica, conectada al cielo.
Volver a ese estado no implica rechazar la tecnología, sino usarla con inteligencia. Cambiar una bombilla puede ser más terapéutico que una pastilla. Salir a la calle a las 8:00 puede hacer más por tu salud que mil suplementos.
Si queremos dejar de ser un zoohumano, tenemos que dejar que el sol entre otra vez por nuestros ojos.
📚 Referencias destacadas
- Agbeshie GK et al. (2025). Physiologically relevant real-world light exposure and its behavioural and environmental determinants in Kumasi, Ghana. Open Research Europe.
- Burns AC et al. (2023). Day and night light exposure are associated with psychiatric disorders. Nat Ment Health.
- Windred DP et al. (2024). Brighter nights and darker days predict higher mortality risk. PNAS.
- Biller AM et al. (2025). Physiologically-relevant light exposure and light behaviour in Switzerland and Malaysia. bioRxiv.
- Lucas RJ et al. (2014). Measuring and using light in the melanopsin age. Trends Neurosci.