Dieta Paleo, Dieta Keto, Dieta Primal, Weston A. Price, Dieta de Carnívora … todas estas etiquetas y estilos nutricionales a pesar de diferir entre sí comparten un denominador común, la Nutrición Evolutiva o lo que es lo mismo, los ejes que fueron capaces de movilizar nuestra alimentación como humanos desde hace 2,5 millones de años hasta la actualidad, una serie de características generales básicas capaces de agrupar a diversas modalidades de alimentación bajo un mismo prisma o perspectiva, eso a grandes rasgos es la Nutrición Evolutiva.

Introducción

Desde el siglo pasado la fascinación de muchos antropólogos y arqueólogos a la hora de tratar de averiguar que era lo que comían nuestros antepasados no solo cercanos en tiempo – época neolítica y clásica – sino lejanos también – paleolítico y comienzos de nuestra humanización como especie – convergió en un punto en el que por otro lado diversos médicos e investigadores comenzaban a observar las abismales diferencias de salud entre poblaciones industrializadas y no industrializadas.

Parecía que el punto común apuntaba a un proceso de disrupción total no solo en lo referente a la actividad física sino en todas las facetas de la vida de los grupos modernos y los grupos de cazadores-recolectores, grupos humanos no modernizados o como has leído unas lineas arriba, comunidades no industrializadas que seguían basando su alimentación en productos locales, temporales, y con una serie de puntos muy demarcados como lo eran la inaccesibilidad a:

  1. Productos Refinados (Cereales y Carbohidratos principalmente)
  2. Aceites de Semillas y Aceites Refinados Industriales
  3. Azúcar y Ultraprocesados

A partir de esto, la variabilidad de las diferentes dietas y estilos alimentarios era tan sumamente diversa que este post se haría interminable. Las investigaciones actuales son incapaces aún de enumerar las dietas de grupos humanos que siguen manteniendo sus costumbres aunque por suerte, el interés de diferentes científicos ha sido capaz de trabajar con bastantes de éstos grupos y como verás en la infografía de Jen Christiansen se observa la variedad de alimentos/comestibles ingeridos de media durante una temporada anual.

Probablemente nunca sepamos que es todo aquello que consumían nuestros ancestros hace 20.000 años, pero cada vez tenemos más claro que es lo que no comían y de un modo más extenso, también lo que paulatinamente les hizo enfermar o empeorar su situación de salud. Estos indicativos fueron principalmente las bases teóricas y prácticas sobre las que el Dr Weston Andrew Price, el Explorador y Aventurero Vilhjalmur Stefansson, el conocido autor Arthur de Vany o el mismísimo Loren Cordain orbitaron a la hora de establecer unos “complejos” sistemas de alimentación sobre los que recuperar la salud, reorientarla de modo correcto y establecerla como la “dieta más óptima para el ser humano”.

No existe una Sola Dieta Óptima

El principal error que se comete (y que yo mismo he cometido) es pensar que hay una dieta para todo el mundo cuando lo que nos ha demostrado la experiencia y la evidencia es que cada uno de nosotros somos diferentes y si bien es cierto que podemos y deberíamos tener un concepto común de lo que nos hace enfermar, se antoja difícil programar para todo el mundo el mismo sistema de alimentación.

Esto lleva a cambiar el planteamiento de dieta genérica y optar por lo que cada vez más venimos observando, la personalización de planes alimentarios en función de características individuales. Ahora bien, ¿por qué no hacer un mínimo uso de aquellos marcos de exclusión de comestibles/productos a los que sabemos que esas sociedades pre-industrializadas no tenían acceso?

Ese es el punto aquí. Esa es la marca diferencial a la hora de poder establecer un consenso mínimo entre todas las ramas de la Nutrición Evolutiva. El origen, o el tronco, ahora que hemos hablado de ramas, lo hemos tenido claro, el conjunto del árbol es más difícil de ver, pero lo que debemos tener claro es que en el proceso de crecimiento de un árbol, este ha tenido que generar una consistencia a través del tronco, y ese tronco ha sido lo suficientemente fuerte como para hacer crecer diferentes ramas. Éste es el ejemplo más gráfico que puedo ofrecerte, el cual, si lo llevamos a la práctica, debemos añadir -bajo mi opinión- otros elementos a parte de los ya conocidos:

  • Productos Refinados (Cereales y Carbohidratos principalmente)
  • Aceites de Semillas y Aceites Refinados Industriales
  • Azúcar y Ultraprocesados
  • Adentrándonos un poco más reconoceremos que:

    • La Densidad de Nutrientes de los alimentos consumidos era la óptima para favorecer no solo la supervivencia del individuo, la familia o el grupo social sino que lo hacía tan efectivo que durante generaciones no provocó patologías endémicas a poblaciones.
    • El Animal era la preferencia en todos los grupos investigados
    • Existía una Comprensión del papel de ciertos alimentos que eran capaces de aportar “supervivencia” en momentos puntuales, pero que poseían ciertos compuestos que podían hacerles enfermar por lo que existían técnicas capaces de minimizar – pero nunca eliminar- el contenido de estos compuestos.

    Enumerar estos elementos fue una labor meritoria y siempre que tengo la ocasión, me gusta referirme a la publicación de la la Fundación Weston Price -y que es el equivalente a una especie de “Piedra Filosofal” – sobre la alimentación tradicional, la puedes descargar aquí.

    Debemos aceptar el indiscutible hecho de que el mundo en su totalidad ha cambiado en los últimos 10.000 años, a veces para mejor y otras veces para peor, pero lo que debemos tener completamente claro es que nuestro genoma, el genoma humano, ha cambiado muy poco, con lo que ello conlleva, estar adaptados al consumo de ciertos alimentos y no ciertos productos.

    Adaptación no supone inmovilidad, pero cualquier adaptación como la de la enzima amilasa que podía ejercer una mejora en la digestión de los carbohidratos o la lactasa que permitía durante mas tiempo consumir lácteos tiene una base constituida, la de un marco evolutivo donde la proteína y la grasa animal eran fundamentales para la supervivencia y algunos vegetales que supondrían un plus y una ayuda ante eventos negativos como el fracaso en la caza.

    La salud óptima humana no se escribe en base a una etiqueta o marca dietaria, sino en la respuesta y los resultados alcanzados al comer de una u otra manera. Esto es innegable.

    Buena Semana.