En España, varias asociaciones médicas y ‘círculos escépticos’ han expresado su posición en contra del consumo de leche cruda o productos lácteos crudos. Argumentan que la leche cruda puede albergar patógenos peligrosos y que no aporta beneficios significativos para la salud en comparación con la leche pasteurizada. Sin embargo, la ciencia actualizada desafía estos mitos y prejuicios en torno a la leche cruda, revelando investigaciones que cuestionan la prevalencia de patógenos como la brucelosis y la salmonella en la leche cruda. En este contexto, exploraremos la relación entre la leche cruda y la salud, desmitificando ideas previas y resaltando la evidencia científica relevante
Leche Cruda de Calidad vs Leche Cruda Fake
Es cierto que la leche cruda producida con la intención de ser pasteurizada y proveniente de operaciones de alimentación concentrada de animales (conocidas como CAFO, por sus siglas en inglés) generalmente es insalubre y no segura para ser consumida en su estado crudo. Esta leche se produce en condiciones donde la salud de los animales puede estar comprometida, se utilizan antibióticos, se emplean hormonas para estimular una mayor producción de leche, se acumula una gran cantidad de estiércol y existe un riesgo elevado de presencia de patógenos. Además, esta leche a menudo se mezcla con la leche de múltiples explotaciones lecheras, lo que aumenta el riesgo de exposición a patógenos. Sin duda, esta no es una Leche de Calidad Cruda sino una Leche Cruda Fake e insalubre y de alto riesgo.
Por otro lado, la leche cruda que se produce de manera cuidadosa y deliberada para el consumo humano directo es un alimento de bajo riesgo que presenta excelentes beneficios nutricionales. Esta leche cruda es totalmente diferente de la leche cruda producida en condiciones insalubres. La leche cruda destinada al consumo humano directo se produce en condiciones higiénicas, se presta especial atención para garantizar que los animales estén saludables y que la leche esté limpia. Este tipo de leche cruda se somete a pruebas administrativas potentes y se mantiene bajo estándares rigurosos para asegurar que se produzca de una manera que evite el crecimiento de patógenos.
La leche cruda cuidadosamente producida presenta numerosas ventajas para la salud en comparación con la leche pasteurizada. Mientras que la leche pasteurizada se reconoce ahora como uno de los principales alérgenos alimentarios y puede ser difícil de digerir para algunas personas, la leche cruda es en realidad un alimento que promueve la salud, con un rico potencial terapéutico y es fácilmente digerible para la mayoría de los consumidores. Similar a la leche materna, la leche cruda es un alimento completo y vivo que proporciona una excelente nutrición junto con enzimas y probióticos beneficiosos para la salud. La leche cruda tiene un perfil nutricional superior en comparación con la leche pasteurizada, que puede presentar proteínas y grasas desnaturalizadas. Aquellas personas que son intolerantes a la lactosa a menudo pueden consumir leche cruda sin problemas de digestión, debido a la presencia de diversas bacterias vivas que facilitan la producción de la enzima lactasa en los intestinos. Numerosos estudios científicos han demostrado que el consumo de leche cruda se asocia con tasas reducidas de enfermedades como el asma, alergias, eczema, otitis, fiebre e infecciones respiratorias.
La leche cruda también puede contribuir a la recuperación después de tomar antibióticos y ofrece numerosos probióticos y enzimas beneficiosas para la salud intestinal. Es importante destacar que la leche cruda producida con cuidado y atención es un alimento que promueve la salud, pero a menudo se confunde con la leche de producción masiva destinada a la pasteurización. A pesar de las advertencias frecuentes por parte de médicos y profesionales de la salud sobre la seguridad de la leche cruda, existen pruebas sustanciales que sugieren que esta conclusión no se aplica a la leche cruda producida de manera adecuada. Para el beneficio de sus pacientes y clientes, es importante considerar la siguiente información sobre los beneficios y la seguridad de la leche cruda.
BENEFICIOS NUTRICIONALES DE LA LECHE PASTEURIZADA VS. LA LECHE CRUDA
En la actualidad, se reconoce que la leche pasteurizada es uno de los alimentos más alergénicos. Cada vez hay más pruebas científicas en contra de la leche pasteurizada. Por ejemplo, un estudio que incluyó a cerca de 800 niños europeos reveló que aquellos que consumían leche pasteurizada tenían una mayor probabilidad de mostrar signos de alergia a la leche, mientras que los niños que consumían leche cruda parecían estar protegidos de dicha alergia. El proceso de pasteurización implica la desnaturalización y destrucción de muchos nutrientes, hasta el punto de que es necesario agregar vitaminas sintéticas después de la pasteurización.
Si bien es cierto que no tiene por que ser extensible al caso español, merece la pena comentar estos datos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos argumentan que “la mayoría de los beneficios nutricionales de beber leche están disponibles a través de la leche pasteurizada” y que “el proceso de calentamiento de la pasteurización inactiva algunas enzimas en la leche, pero los científicos no creen que estas enzimas sean importantes para la salud humana”. Estas conclusiones parecen estar desactualizadas y en desacuerdo con investigaciones científicas más recientes ya que se ha demostrado que la pasteurización tiene un impacto negativo en las cualidades nutritivas de la leche, y este impacto es significativo.
Se ha observado que la pasteurización de la leche:
- Reduce la disponibilidad de calcio y fósforo.
- Disminuye la presencia de cobre y hierro.
- Reduce los niveles de vitaminas A, complejo B, C y E.
- Destruye la beta-lactoglobulina, lo que afecta la absorción intestinal de las vitaminas A y D.
- Elimina probióticos beneficiosos, como el lactobacillus y el pediococcus.
- Inactiva enzimas beneficiosas, como la lactasa, la fosfatasa alcalina y la lactoperoxidasa.
De muchas maneras, la leche cruda se asemeja a la leche materna: ambas contienen una amplia gama de nutrientes beneficiosos, enzimas, vitaminas y minerales en su forma natural, que el cuerpo puede aprovechar fácilmente. Tanto la leche cruda como la leche materna están diseñadas para proporcionar una nutrición excepcional y fortalecer el sistema inmunológico. Aunque es ampliamente reconocido que la leche materna es el mejor alimento para los primeros años de vida, la leche cruda se presenta como una opción natural después de la lactancia. En particular, la leche cruda de animales criados en pastoreo es una valiosa fuente de calcio, hierro, vitaminas A, D y K, fósforo, zinc, ácido linoleico conjugado (CLA) y ácidos grasos omega-3, además de numerosas enzimas beneficiosas y probióticos.
La leche cruda contiene una variedad de enzimas beneficiosas, pero estas enzimas se desactivan durante el proceso de pasteurización. Por ejemplo, la leche cruda contiene la enzima proteasa, que ayuda en la digestión de las proteínas, y la enzima lipasa, que facilita la digestión de las grasas. También se encuentra la lactoperoxidasa, una enzima antimicrobiana natural presente en la leche cruda. Además, la enzima fosfatasa alcalina está asociada a los glóbulos de grasa en la leche cruda, mientras que la enzima fosfatasa alcalina intestinal se ha relacionado con la reducción de la inflamación y una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Sin embargo, es importante destacar que estas enzimas beneficiosas se inactivan durante el proceso de pasteurización.
La leche cruda es rica en una variedad de enzimas beneficiosas que desempeñan un papel fundamental en la digestión y la salud en general. Entre estas enzimas se encuentra la proteasa, que facilita la descomposición de las proteínas, y la lipasa, que contribuye a la digestión de las grasas. Además, la lactoperoxidasa, una enzima antimicrobiana natural presente en la leche cruda, ayuda a mantener la integridad microbiológica del producto.
Es crucial destacar que la pasteurización, también inactiva estas valiosas enzimas. Por lo tanto, la elección entre leche cruda y pasteurizada puede tener un impacto significativo en la disponibilidad de estas enzimas y sus beneficios para la salud.
BENEFICIOS PARA LA SALUD DE LA LECHE CRUDA
La historia de la leche cruda y sus beneficios para la salud es fascinante. Durante un período que se extendió desde 1893 hasta 1999, la Asociación Americana de Comisiones Médicas de Leche (AAMMC) certificó la leche cruda como segura para el consumo humano, e incluso la consideró terapéutica. Se empleó en hospitales de todo Estados Unidos para tratar una amplia gama de enfermedades crónicas, desde enfermedades cardiovasculares hasta diabetes. Un ejemplo destacado es el Dr. Charles Porter, quien documentó su uso de una dieta basada en leche cruda en el tratamiento de más de 18,000 pacientes a lo largo de 27 años.
Otro médico influyente, el Dr. J.E. Crewe, uno de los fundadores de la Fundación Mayo, utilizó con éxito la leche cruda en su práctica durante más de 15 años. Sus resultados fueron tan consistentemente positivos que cambió su perspectiva sobre el tratamiento de enfermedades. La leche cruda, rica en nutrientes y elementos esenciales, permitió la recuperación rápida de los pacientes sin la necesidad de recurrir a medicamentos o a las complejas intervenciones de la medicina moderna.
Estas historias subrayan la importancia de explorar los beneficios de la leche cruda, a pesar de las preocupaciones actuales sobre su seguridad. La investigación histórica nos muestra que, cuando se utilizaba de manera adecuada, la leche cruda tenía un lugar destacado en el ámbito médico y terapéutico.
Cuando los Médicos no eran Mainstream y utilizaban la leche cruda como Terapia
La olvidada “cura con leche” del Dr. J.R. Crewe, fundador de la Fundación Mayo, es una terapia que usó con éxito durante más de 18 años, empleando exclusivamente leche cruda de vacas alimentadas con pasto para tratar diversas enfermedades. Durante su práctica, el Dr. Crewe recetaba a sus pacientes entre 4 y 5 cuartos de galón de leche al día con el fin de desintoxicar y restaurar la salud, reportando beneficios en casos de cáncer, alergias, enfermedades cardíacas y otros problemas de salud.
¿Es posible un retorno a la leche cruda? La “cura de la leche” de Crewe se popularizó en la primera mitad del siglo XX, en una época en la que la medicina y la industria láctea eran muy diferentes de las actuales. Aunque hoy pueda parecer una terapia inusual, revisarla nos invita a reflexionar sobre la evolución de la medicina y la forma en que los cambios industriales han impactado las propiedades de los alimentos.
¿Qué es la “Cura de la Leche”?
El tratamiento del Dr. J.R. Crewe, plasmado en su artículo de 1929 titulado “La cura de la leche”, proponía un método sencillo pero riguroso: reposo en cama y una dieta exclusiva de leche cruda de vacas Guernsey alimentadas con pasto, sin procesos de pasteurización ni homogeneización. Los pacientes consumían varios litros de esta leche al día, lo que, según Crewe, permitía una profunda desintoxicación y promovía la recuperación en personas con enfermedades tan variadas como tuberculosis, problemas cardíacos, diabetes, patologías renales y afecciones de la piel.
El Contexto Histórico y la Medicina de la Época
A principios del siglo XX, la medicina carecía de muchas de las herramientas y tratamientos avanzados con los que contamos hoy. Los antibióticos, por ejemplo, no se descubrieron hasta varias décadas después, lo que significaba que los médicos se veían impulsados a buscar alternativas naturales y menos invasivas para tratar enfermedades crónicas. En este contexto, la idea de que la dieta pudiera ejercer una influencia significativa en la salud era ampliamente aceptada, y la leche cruda era valorada como una opción potencialmente terapéutica.
Este enfoque formaba parte de una corriente médica que incluía a destacados profesionales de la época, como los médicos de la Clínica Mayo, quienes exploraban distintas estrategias dietéticas para el tratamiento de enfermedades. La leche cruda, en particular, se consideraba un alimento casi ideal, ya que ofrecía un equilibrio natural de grasas, proteínas y carbohidratos, además de un conjunto de vitaminas y minerales esenciales. La visión de Crewe y otros médicos era que esta composición integral y sin alteraciones de la leche cruda podía ayudar a restaurar la salud de sus pacientes, brindándoles nutrientes completos en una forma que el cuerpo pudiera aprovechar al máximo.
En esa época, antes de la industrialización de la leche, este tipo de leche contenía un alto contenido de grasa butírica y otros nutrientes que, según Crewe, eran fundamentales para la curación de múltiples dolencias. Al no estar pasteurizada, la leche cruda mantenía bacterias beneficiosas y enzimas naturales, que los defensores de la “cura de la leche” consideraban esenciales para apoyar la salud y optimizar la respuesta del organismo en los pacientes.
Los Resultados Alegados por Crewe
El Dr. Crewe reportó casos clínicos que describían mejoras sorprendentes en pacientes sometidos a su “cura de la leche”. Según sus relatos, personas con enfermedades cardíacas y renales, así como problemas de obesidad, experimentaban mejoras notables. Entre los resultados, mencionaba pacientes que lograban una significativa pérdida de peso y una regulación estable de su presión arterial, todo mediante la ingesta exclusiva de leche cruda.
Además, Crewe documentó casos de pacientes con enfermedades avanzadas como la tuberculosis que mostraban mejoría sin la necesidad de tratamientos farmacológicos adicionales, lo cual, para esa época, era un logro notable. Asimismo, se observaban beneficios en el tratamiento de enfermedades cutáneas como la psoriasis, y en pacientes diabéticos quienes, sorprendentemente, lograban mejorar el control de su azúcar en sangre. Este último resultado es interesante dado el contenido natural de lactosa en la leche cruda, que podría haber agravado la diabetes; sin embargo, Crewe afirmaba que, lejos de empeorar, los síntomas de sus pacientes mejoraban.
¿Por Qué Cayó en el Olvido?
A pesar de los beneficios documentados por el Dr. Crewe y otros contemporáneos, la “cura de la leche” perdió relevancia con el tiempo y finalmente desapareció de la práctica médica. La Fundación Weston A. Price plantea dos explicaciones principales para este declive:
1. Transformación de la industria láctea: La industrialización modificó profundamente la producción de leche. Se instauraron procesos obligatorios de pasteurización y homogeneización para prevenir enfermedades transmitidas por alimentos, como la tuberculosis bovina y la brucelosis. Sin embargo, estos procesos, aunque eficaces para reducir riesgos sanitarios, eliminaban bacterias beneficiosas y enzimas naturales, aspectos que los defensores de la leche cruda consideran clave para sus beneficios. Además, la alimentación de las vacas cambió, pasando de pastoreo natural a dietas basadas en piensos industriales, lo que, según algunos estudios, afecta la calidad nutricional de la leche.
2. Intereses económicos en la industria médica: Una teoría sostenida por ciertos defensores de la cura de la leche sugiere que los tratamientos sencillos y naturales, como el uso de leche cruda, no resultaban rentables en un sistema cada vez más centrado en los fármacos y procedimientos costosos. Según esta perspectiva, la medicina moderna, en su interés por medicamentos patentados y procedimientos tecnológicos avanzados, habría dejado de lado enfoques naturales que no ofrecen los mismos incentivos económicos.
La Ciencia y la Seguridad de la Leche Cruda
La seguridad de la leche cruda ha sido objeto de intenso debate desde la época de Crewe, particularmente en términos de riesgos bacterianos. Aunque los defensores afirman que la leche cruda de vacas sanas alimentadas con pasto es más nutritiva y beneficiosa que la leche pasteurizada, las autoridades sanitarias advierten de los peligros asociados a los productos lácteos no pasteurizados. La pasteurización —el proceso de calentar la leche para eliminar bacterias potencialmente peligrosas— ha sido clave en la prevención de enfermedades graves transmitidas por alimentos, como infecciones por E. coli, Listeria y Salmonella. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han informado de casos de enfermedades severas vinculadas al consumo de leche cruda, lo que ha llevado a que muchos países prohíban o regulen estrictamente su venta.
La Eficacia de la “Cura de la Leche”: Perspectiva Moderna
Desde el enfoque científico actual, muchas de las afirmaciones de Crewe generan escepticismo. Aunque algunos pacientes pudieron haber experimentado mejoras en su salud mientras seguían la cura de la leche, es difícil atribuir estos resultados exclusivamente al consumo de leche cruda. Factores como el reposo, el ambiente controlado y la dieta limitada probablemente jugaron un papel crucial en el éxito de este tratamiento.
Por ejemplo, en enfermedades como la tuberculosis, que en ese momento no contaban con tratamientos efectivos, las mejoras podrían haber sido espontáneas o debido a factores no relacionados directamente con la leche. En cuanto a las enfermedades renales o cardíacas, el consumo de grandes volúmenes de leche podría haber tenido un efecto paliativo en la reducción de edemas, pero no se trataba de una cura definitiva para estas patologías.
Asimismo, algunos pacientes reportaron pérdida de peso y mejoría en su presión arterial, efectos que pueden relacionarse con la reducción calórica y la ausencia de alimentos procesados, más que con propiedades únicas de la leche cruda. En definitiva, aunque la “cura de la leche” ofreció beneficios en su momento, la medicina moderna interpreta sus resultados con cautela, enfatizando que muchos de sus efectos podrían estar relacionados con el contexto y las condiciones del tratamiento más que con la leche en sí misma.
Porter y MacFadden, una visión alternativa
Hace aproximadamente un siglo, la leche se consideraba un alimento con propiedades curativas que ayudaba a aliviar numerosas dolencias comunes. Las personas seguían dietas exclusivas de leche cruda durante tres semanas o más y, según los testimonios de médicos de la época, conseguían mejoras significativas en condiciones que aún hoy siguen afectando a muchos: artritis reumatoide, edemas, úlceras, problemas digestivos, hipotiroidismo, insuficiencia cardíaca, asma, fiebre del heno, apendicitis, cálculos biliares, infertilidad, adicciones, anemia, insomnio, migrañas, acidez, eczema y hasta tuberculosis en sus primeras fases.
El éxito de la dieta de la leche fue tal que dos de sus más conocidos defensores, el Dr. Charles Sanford Porter y Bernarr Macfadden, recibieron cartas de personas de todo el mundo buscando orientación sobre cómo aplicarla. Ante esta demanda, ambos escribieron libros con instrucciones detalladas sobre cómo seguir esta dieta en casa, lo que los convierte en pioneros del género de autoayuda en nutrición, mucho antes de que este tipo de publicaciones ganara popularidad.
Porter, con The Milk Diet, y Macfadden, con The Miracle of Milk, publicaron guías prácticas para ayudar a las personas a tratar sus dolencias crónicas mediante el consumo exclusivo de leche cruda. Además, colaboraron en una tercera obra, también titulada The Miracle of Milk, que recopilaba artículos y respuestas a preguntas comunes sobre esta dieta y compartía testimonios sobre sus beneficios.
La dieta láctea como remedio para las enfermedades crónicas
El contenido de estrógeno en la leche ha sido motivo de preocupación y debate, especialmente en relación a sus posibles efectos en la salud. A continuación, se presenta una explicación basada en estudios sobre las cantidades de estrógeno que contiene la leche, cómo nuestro organismo los procesa y por qué los productos lácteos y sus alternativas, como los derivados de la soya, difieren considerablemente en este aspecto.
1. Cantidad de Estrógenos en la Leche
Es cierto que la leche contiene pequeñas cantidades de hormonas naturales, como el estrógeno y la progesterona, producidas por las vacas, especialmente en aquellas en etapa de gestación, lo cual puede aumentar el nivel de estos compuestos en la leche. No obstante, los niveles de estrógeno presentes en la leche son muy bajos en comparación con los niveles hormonales normales en el cuerpo humano, y se encuentran en concentraciones mucho menores que las necesarias para provocar efectos hormonales significativos.
El estrógeno en la leche se presenta, en su mayoría, en formas “conjugadas” (como el sulfato de estrona o el glucurónido de estradiol), lo que significa que está “preparado” para ser eliminado por el cuerpo a través de los riñones. Esta forma conjugada permite que el organismo procese y expulse estas hormonas más fácilmente, minimizando cualquier posibilidad de acumulación. En otras palabras, aunque la leche contiene estrógenos, estos están en una forma que el cuerpo humano puede metabolizar y eliminar sin dificultad, reduciendo así la probabilidad de que impacten en los niveles hormonales internos.
Por lo tanto, el consumo de leche y otros productos lácteos no representa un riesgo elevado en términos de exposición a estrógenos en comparación con otras fuentes dietéticas o con los niveles de estrógeno presentes de manera natural en el cuerpo humano.
2. Efectos de los Estrógenos y la Progesterona en la Salud Ósea
Un tema interesante es el impacto que tienen los compuestos de la leche en la salud ósea y su potencial para prevenir o incluso tratar la osteoporosis. El estrógeno juega un rol esencial en la densidad ósea, ya que ayuda a reducir la resorción ósea, proceso en el cual el tejido óseo se descompone y se libera calcio en el torrente sanguíneo. Sin embargo, cuando el estrógeno está en niveles demasiado altos y no se encuentra equilibrado con la progesterona y otras hormonas, este desajuste hormonal podría afectar negativamente la calidad de los huesos, favoreciendo una menor densidad y aumentando el riesgo de osteoporosis.
La leche contiene, además de calcio y proteínas, pequeñas cantidades de progesterona de origen natural, lo que podría contribuir a mantener un equilibrio hormonal beneficioso. La progesterona, en conjunto con el calcio y otros nutrientes esenciales como la vitamina D, desempeña un papel importante en la formación ósea y en la protección contra la pérdida de densidad. La interacción de estos elementos ayuda a sostener la estructura ósea y podría reducir los riesgos asociados a la osteoporosis, especialmente en personas con predisposición a esta condición. En resumen, el consumo moderado de leche puede ser útil para promover una salud ósea óptima al ofrecer nutrientes esenciales que respaldan el equilibrio hormonal y, en consecuencia, la densidad y la fortaleza de los huesos.
3. Comparación con la Soya y los Fitoestrógenos
Cuando se comparan los estrógenos presentes en la leche con los fitoestrógenos que se encuentran en productos de soya, surge una diferencia importante. Los fitoestrógenos son compuestos derivados de plantas que actúan de manera similar al estrógeno en el organismo humano al interactuar con los receptores de estrógeno. Aunque no son idénticos a los estrógenos animales o humanos, en algunos casos pueden causar efectos estrogénicos en el cuerpo, lo que podría llevar a una sobreestimulación de estos receptores.
El consumo excesivo de fitoestrógenos, especialmente los de la soya, se ha asociado con posibles desequilibrios hormonales. Algunas investigaciones sugieren que un alto consumo de productos de soya podría afectar la función tiroidea, interferir con la producción hormonal natural y aumentar el riesgo de problemas de salud asociados con la dominancia estrogénica, como ciertos tipos de cáncer sensibles a hormonas. Esto ocurre porque los fitoestrógenos tienen una estructura que puede influir en el equilibrio hormonal de forma más intensa y prolongada que los estrógenos naturales de origen animal.
En cambio, los estrógenos presentes en la leche están en formas que el cuerpo humano puede procesar y excretar de manera eficiente, disminuyendo así su impacto potencial en el sistema hormonal. En otras palabras, mientras que el cuerpo humano cuenta con mecanismos para eliminar los estrógenos de la leche sin problemas, los fitoestrógenos de la soya pueden ejercer una influencia hormonal más duradera y menos predecible en algunas personas, especialmente si se consumen en grandes cantidades.
4. Impacto de la Leche en el Estrés y la Función Tiroidea
El consumo de leche, en las cantidades adecuadas, puede influir positivamente en el equilibrio hormonal mediante su impacto en el estrés y la función tiroidea. La leche aporta nutrientes clave para la salud de la tiroides, una glándula crucial para mantener un metabolismo equilibrado y regular los niveles hormonales. La hormona tiroidea actúa en cierto modo como un “antagonista” del estrógeno; cuando la tiroides funciona correctamente, el cuerpo regula mejor los niveles de estrógeno, ayudando a evitar problemas de predominancia estrogénica que pueden afectar el bienestar general.
Además, la leche es rica en proteínas y aminoácidos que pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. El cortisol elevado debido al estrés crónico tiende a desajustar el equilibrio hormonal al interferir con la producción de progesterona y otros reguladores naturales. En consecuencia, el consumo regular de leche, al contribuir a una mejor función tiroidea y a la reducción del estrés, podría tener un efecto positivo en el equilibrio hormonal, disminuyendo la posibilidad de que el cuerpo se vea afectado por niveles excesivos de estrógeno.
5. La Leche Cruda vs. La Leche Procesada
Es importante destacar que muchos de los beneficios asociados a la leche se refieren especialmente a la leche cruda o mínimamente procesada, idealmente de vacas alimentadas con pasto. En contraste, la leche disponible en los supermercados generalmente ha pasado por procesos de pasteurización y homogeneización, lo que altera ciertos aspectos de su composición natural. La pasteurización, aunque importante para eliminar bacterias potencialmente dañinas, también destruye enzimas y otros componentes beneficiosos, como la lactasa, una enzima que facilita la digestión de la lactosa en personas intolerantes.
“Otra amiga, que había sido una inválida sin esperanza durante diez años debido a complicaciones de enfermedades, ha vivido a base de leche durante tres años y se encuentra perfectamente bien, a menos que intente volver a los alimentos sólidos. Una docena de médicos expertos no logró darle ni siquiera tres días de salud, hasta que dejó los alimentos y se dedicó a la leche. Otros diecisiete amigos personales recuperaron su salud y la capacidad de digerir una dieta natural y variada al seguir el tratamiento de la leche durante unas pocas semanas.”
Puedo afirmar aquí, como un hecho positivo, que es posible realizar una gran cantidad de trabajo físico o mental siguiendo una dieta de leche. Un joven amigo mío vivió con aproximadamente cinco cuartos de galón de leche al día durante dos períodos universitarios justo antes de graduarse. Obtuvo el segundo lugar en una clase de más de 300 alumnos y terminó en excelente condición física. Su alimentación le costó alrededor de 10 dólares al mes.
El Prof. Weir Mitchell, en su libro Fat and Blood, página 125, dice: “He visto en varias ocasiones a hombres activos, incluso hombres de trabajo, vivir durante largos períodos de tiempo consumiendo solo leche, sin perder peso; aunque deben tomarse grandes cantidades, entre dos y medio y tres galones diarios. Un caballero, diabético, estuvo bajo mi observación durante quince años, tiempo en el cual no consumió otro alimento que no fuera leche y, aun así, mantuvo un negocio grande y próspero. Por lo tanto, se puede afirmar con seguridad que la leche es un alimento suficiente en sí mismo, incluso para un adulto, siempre y cuando se consuma en cantidad suficiente.”
La talentosa escritora, Sra. Ella Wheeler Wilcox, dice: “Creo en la dieta de la leche, porque la he seguido con resultados tan maravillosos y tan beneficiosos, que ni todo el dinero del Sr. Rockefeller podría compensarme si me privaran del conocimiento que adquirí con esta experiencia. Un hombre que conozco, quien había destruido su digestión por años de malos hábitos, ha vivido los últimos cinco años en perfecta salud y fortaleza consumiendo solo leche. Es capaz de trabajar más horas con menos fatiga que cualquiera de sus conocidos. Posee una complexión maravillosa y nunca se enferma.”
Bernanrr MacFadden el FísicoCulturista que utilizaba el ayuno y la leche cruda
Bernarr Macfadden fue un pionero en la promoción del ayuno como una práctica de salud, en una época en la que esta idea era vista con escepticismo y se asociaba a problemas de salud, como la anorexia nerviosa. Para Macfadden, el ayuno no solo era una herramienta para mejorar el estado físico, sino un método poderoso para lograr la salud óptima. Argumentaba que al abstenerse de comer por períodos prolongados, las personas podían limpiar y rejuvenecer su cuerpo, recuperando una vitalidad que, según él, solo se obtenía de esta manera.
Macfadden recomendaba que sus seguidores ayunaran durante al menos una semana para lograr un estado de renovación física y mental. Creía que el ayuno permitía controlar y erradicar casi cualquier enfermedad, proporcionando al mismo tiempo una fortaleza física y mental que impresionaría a cualquiera. Para él, la práctica del ayuno era una forma de demostrar la superioridad de un individuo sobre los demás, una prueba de disciplina y control absoluto sobre el cuerpo. Su perspectiva no solo influyó en la cultura de la salud de su época, sino que también abrió un camino hacia el uso del ayuno como un enfoque alternativo en la medicina natural y el bienestar.
“Aunque no creo en el consumo de medicamentos en forma líquida, en polvo, en tabletas o en cualquier otra presentación, considero que, debido a sus efectos curativos y sanadores, la leche puede ser justamente llamada una medicina—una de las más valiosas y, sin embargo, una de las menos apreciadas de las medicinas que tenemos. Para obtener los mejores resultados, es necesario prepararse para seguir esta “dieta-medicina” y consumirla con regularidad, tal como se haría con cualquier otra medicina prescrita.
En muchas ocasiones he encontrado que las personas se muestran impacientes y ansiosas por comenzar la dieta de leche, bajo la impresión equivocada de que a leche era la única parte curativa del régimen dietético, cuando en realidad el ayuno previo servía únicamente para permitir que el estómago se vaciara y tuviera un breve período de descanso. Aunque la leche es curativa, el ayuno preliminar puede ser aún más importante, especialmente en condiciones tóxicas e infecciosas.
En muchos otros casos, esta misma impaciencia lleva a las personas a consumir entre un veinte y un cincuenta por ciento más de leche de lo necesario, ya sea bebiendo más cantidad de una vez, acortando los períodos entre “dosis” o alargando las horas de consumo. A menos que uno sea extremadamente cuidadoso en realizar el tratamiento preparatorio adecuado, comenzar correctamente el tratamiento de leche y llevar a cabo el proceso de manera adecuada, los resultados pueden no ser tan satisfactorios como se espera.”
Mi Visión Práctica
En cuanto a la elección de lácteos, defiendo que la leche cruda representa la mejor alternativa cuando se busca una opción completa en términos de nutrientes, probióticos y enzimas beneficiosas. Al ser un alimento “vivo”, conserva componentes naturales que promueven una buena digestión, apoyo inmunológico y una absorción más eficiente de vitaminas y minerales. Sin embargo, el aprovechamiento de estos beneficios depende de que la leche cruda se consuma de manera cuidadosa, preferiblemente fría o a temperatura ambiente, para preservar sus propiedades únicas.
Dicho esto, si se va a utilizar leche para preparaciones calientes como gachas, sopas o salsas, es importante tener en cuenta que calentar la leche cruda puede neutralizar varias de las enzimas y probióticos beneficiosos. La subida de temperatura desactiva muchas de sus propiedades terapéuticas, como las enzimas lactasa y lipasa, las cuales facilitan la digestión de los azúcares y grasas lácteas, y que son particularmente importantes para quienes tienen dificultades digestivas o son parcialmente intolerantes a la lactosa. Por eso, cuando la receta requiere calentar la leche, mi recomendación práctica es optar por una leche fresca que no haya pasado por el proceso de uperización, ya que esta conserva buena parte de sus nutrientes, grasas saludables y proteínas sin someterse al proceso industrial intenso de desnaturalización. En términos de sabor y perfil nutricional, la leche fresca de animales alimentados en pastos sigue siendo una alternativa saludable, con una menor pérdida de nutrientes y enzimas en comparación con las versiones pasteurizadas o altamente procesadas.
Además, desde una perspectiva preventiva, que puede sonar extrema para algunos pero que considero prudente —siguiendo el lema “si vis pacem, para bellum” (si quieres paz, prepárate para la guerra)—, mantengo una reserva de leche uperisada para usar exclusivamente en situaciones de emergencia o riesgo. Esta leche puede ser almacenada durante largos períodos sin necesidad de refrigeración, lo cual la convierte en un recurso valioso para momentos en los que la cadena de suministro o el acceso a productos frescos pueda verse comprometido. Aunque la leche uperisada carece de muchos de los beneficios de la leche cruda, su almacenamiento prolongado y estabilidad en condiciones de emergencia la convierten en una opción práctica para tener a mano en situaciones imprevistas. Así, podemos garantizar la disponibilidad de un producto nutritivo en situaciones difíciles, aunque sea de manera temporal y sin los beneficios óptimos que proporciona la leche cruda o fresca.
Mi visión práctica sobre la leche se basa en priorizar la calidad nutricional y las propiedades beneficiosas de la leche cruda siempre que sea posible. Al mismo tiempo, considero que es útil y necesario adaptar el tipo de leche a la preparación que se va a realizar y contar con reservas estratégicas para situaciones de emergencia. Con esta visión, optimizamos no solo los beneficios diarios de la leche cruda en su forma más natural, sino que también mantenemos una preparación consciente para momentos de crisis, asegurando que nuestras elecciones alimentarias estén alineadas tanto con la salud como con la seguridad alimentaria.