Comer órganos de animales puede parecer poco común en la dieta moderna, pero hay muchas razones convincentes para considerarlo.
Lo primero, los órganos son increíblemente densos en nutrientes, lo que significa que son una excelente fuente de vitaminas, minerales y otros compuestos esenciales para la salud.
Además, al consumir el animal entero, estamos haciendo una apuesta por la defensa de la naturaleza, ya que generamos menos huella ambiental al aprovechar todas las partes del animal.
El consumo de órganos suele ser una opción asequible, ya que estos cortes suelen tener un precio más bajo en comparación con otras partes del animal.
Pero lo más importante es que los órganos ofrecen una amplia gama de beneficios para la salud, desde el apoyo al sistema inmunológico y cardiovascular hasta el aumento de la energía, la fertilidad y el desarrollo fetal entre otros muchos.
Hemos cometido un grave error.
El desplazamiento del consumo de vísceras ha sido un error motivado principalmente por dos razones. En primer lugar, existe una percepción cultural de que consumir vísceras es de bajo estatus, lo que ha llevado a su exclusión de muchas dietas modernas. En segundo lugar, las recomendaciones oficiales han contribuido a crear la idea errónea de que las vísceras son peligrosas para la salud, cuando en realidad, el verdadero peligro radica en hábitos alimentarios poco saludables, como comer frecuentemente alimentos altos en carbohidratos refinados y bajos en nutrientes.
Es importante reconocer que las vísceras son una fuente rica en nutrientes esenciales para la salud, y que su consumo puede ser beneficioso para promover una dieta equilibrada y nutritiva. Por lo tanto, es crucial desafiar los estigmas sociales y las percepciones erróneas sobre las vísceras, y considerar incluirlas nuevamente en nuestra alimentación como parte de una estrategia para mejorar nuestra salud y bienestar general.
La dinámica de relegar el consumo de vísceras a las clases menos pudientes y privilegiar las partes musculosas de la carne para las clases adineradas ha sido una tendencia común en Occidente. Este fenómeno se remonta a la explosión de la Revolución Industrial, un período de rápida transformación económica y social que trajo consigo cambios significativos en la producción y distribución de alimentos.
Durante la Revolución Industrial, se buscaba maximizar la eficiencia en la producción y distribución de alimentos para satisfacer la creciente demanda de las áreas urbanas en expansión. Sin embargo, el transporte de animales vivos desde las zonas rurales hasta las áreas metropolitanas presentaba desafíos logísticos significativos. Muchos animales morían en el camino o llegaban a su destino en condiciones moribundas y con pérdida de peso, lo que resultaba en pérdidas económicas para los productores.
Para abordar este problema, se promovió la práctica de enviar cortes de carne tratados y procesados en lugar de animales vivos. Estos cortes de carne, que generalmente consistían en partes musculosas y seccionadas del animal, eran más fáciles de transportar y tenían una mayor durabilidad en comparación con las vísceras y otras partes menos musculosas.
Estos envíos de cortes de carne tratados y procesados se dirigían principalmente a las áreas metropolitanas, donde residían las clases burguesas y adineradas. Como resultado, la tradición culinaria de consumir el animal entero, incluidas las vísceras y otras partes menos musculosas, fue reemplazada por la preferencia por los cortes de carne más musculosos entre las clases privilegiadas.
Salud Optimizada a través de su consumo
Los órganos de animales son una fuente increíblemente densa en nutrientes, que ofrecen una amplia gama de beneficios para la salud. Por ejemplo, el hígado de res es rico en vitamina A, vitamina B12, riboflavina y cobre, lo que lo convierte en un potente apoyo para la salud ocular, inmunológica y energética. Del mismo modo, el corazón de pollo es una excelente fuente de hierro, zinc y coenzima Q10, que son cruciales para la salud cardiovascular y la producción de energía.
Los riñones de ternera, el cerebro de cordero y las tripas de cerdo también ofrecen una variedad de nutrientes esenciales, desde vitaminas B hasta minerales como hierro y zinc. Consumir estos órganos puede promover la salud renal, la función cognitiva, la salud intestinal y el sistema inmunológico.
Conclusiones
El consumo de órganos de animales ofrece una serie de beneficios significativos para la salud debido a su alta densidad de nutrientes. A pesar de que en la sociedad moderna han sido relegados a un segundo plano, históricamente han sido valorados por su capacidad para proporcionar una amplia gama de nutrientes esenciales.
La reintroducción de órganos de animales en la dieta puede ser una estrategia efectiva para mejorar la salud y el bienestar general. Además, al aprovechar todas las partes del animal, estamos promoviendo una práctica más sostenible y respetuosa con el medio ambiente, reduciendo el desperdicio de alimentos y la huella ecológica.
Es importante desafiar los estigmas sociales y las percepciones erróneas sobre el consumo de órganos, y considerar incluirlos nuevamente en nuestra alimentación como parte de una dieta equilibrada y nutritiva. Al hacerlo, podemos aprovechar al máximo los beneficios nutricionales que ofrecen estos alimentos y promover un estilo de vida más saludable y sostenible para nosotros y para el planeta.
Referencias
Beal T, Ortenzi F. Priority Micronutrient Density in Foods. Front Nutr. 2022 Mar 7;9:806566. doi: 10.3389/fnut.2022.806566. Erratum in: Front Nutr. 2022 Apr 25;9:908592. Erratum in: Front Nutr. 2023 Apr 11;10:1195752. PMID: 35321287; PMCID: PMC8936507.