Lo siento. El feminismo ha sido una ilusión que he transitado en vuestra vida y que necesita una profunda reflexión. En el pasado, mi mujer y otras muchas amigas se sumergieron activa o pasivamente en este movimiento, creyendo firmemente en la existencia del privilegio masculino y en la brecha salarial. Sin embargo, con el tiempo y una mirada crítica, llegaron a entender que detrás de estas mentiras se esconde una agenda que va más allá de la igualdad de género: una agenda que busca socavar la masculinidad misma y enfrentarse a ella.

La influencia de figuras poderosas como Rockefeller, Slim o Kissinger y entidades como el foro Davos – foro Económico Mundial han transformado radicalmente el papel de la mujer en la sociedad moderna. La financiación de campañas feministas ha provocado un cambio drástico en la dinámica familiar, desplazando a las mujeres de sus roles tradicionales como madres y cuidadoras, y relegando el valor de la familia a un segundo plano.

En la sociedad occidental contemporánea, es importante preguntarnos: ¿qué derechos tienen los hombres que no tengan las mujeres? Las feministas modernas han promovido una supuesta liberación a través de la cultura del tinder y el control de la natalidad, al mismo tiempo que desprecian y denigran los valores fundamentales de la maternidad y la familia. Este cambio cultural ha generado una desconexión con nuestros instintos naturales y ha contribuido significativamente a la disminución de las tasas de natalidad.

El sexo casual y el uso generalizado del control de la natalidad han sido presentados como símbolos de emancipación femenina, pero sus efectos han sido contraproducentes y perjudiciales para la salud y el bienestar de las mujeres. La verdadera libertad implica entender y respetar nuestros cuerpos y ciclos naturales, así como comprender los riesgos asociados con el uso de anticonceptivos.

Numerosos estudios han demostrado que el uso prolongado de anticonceptivos hormonales puede estar relacionado con una serie de problemas de salud, desde trastornos autoinmunes hasta un aumento en el riesgo de cáncer de mama. Es imperativo cuestionar si la ingesta de hormonas sintéticas es realmente la mejor opción para prevenir el embarazo y considerar una relación más consciente y respetuosa con nuestro cuerpo.

Quizás la solución no radique en seguir los dictados de una cultura de citas superficial, sino en recuperar el respeto y el valor del sexo como un acto íntimo y sagrado. Es hora de buscar una verdadera igualdad de oportunidades, reconociendo y celebrando las diferencias naturales entre hombres y mujeres, y valorando nuestros roles tradicionales en la sociedad como pilares fundamentales de la armonía y el bienestar común.

Además, es crucial abordar el grave problema de tratar de hablar del empoderamiento de la mujer a través de movimientos que fomentan el sobrepeso y la obesidad. El énfasis en aceptar los cuerpos «curvilíneos» o «reales» ha llevado a una glorificación de la obesidad, ignorando los riesgos graves para la salud que conlleva. Este enfoque no solo perpetúa una imagen distorsionada de la salud y la belleza femenina, sino que también socava los esfuerzos por promover estilos de vida saludables entre las mujeres.

Es necesario que las mujeres retomen el control verdadero a partir de su salud física y emocional. Esto implica alejarse de los movimientos que promueven la aceptación ciega del sobrepeso y la obesidad, y en su lugar, buscar un equilibrio saludable en todos los aspectos de la vida. Volver a las tradiciones reales, que no sean ni machistas ni feministas, sino femeninas, es el primer paso para cambiar este paradigma erróneo y promover un empoderamiento genuino y duradero entre las mujeres.