No me cansaré de decir que una dieta basada en alimentos de origen animal se destaca por su simplicidad y eficiencia. Al eliminar de la ecuación los vegetales problemáticos que, según algunos expertos, podrían causar inflamaciones o malestares, se reducen las decisiones complicadas sobre qué comer. No obstante, seguir este tipo de alimentación requiere más que simplemente comer carne, y es aquí donde muchas personas que comienzan una dieta carnívora cometen ciertos errores. De hecho, se suele pensar que con un bistec basta para obtener todos los nutrientes necesarios, pero esto dista mucho de la realidad.
Para seguir una dieta carnívora de manera óptima, es esencial entender que los humanos han evolucionado no solo para consumir carne muscular, sino para aprovechar todo lo que un animal tiene para ofrecer: órganos, grasa, huesos, etc. Así es como nuestros ancestros sobrevivían y prosperaban. Este enfoque hacia el «animal entero» no solo refleja una mayor eficiencia, sino también una obtención más completa de los nutrientes esenciales. A lo largo de este artículo, exploraremos tres de los principales errores que las personas cometen al adoptar una dieta carnívora y cómo evitarlos para maximizar los beneficios de este tipo de alimentación.
Error #1: No consumir suficientes órganos en la dieta
Uno de los errores más comunes y críticos en una dieta carnívora es no incluir suficientes órganos. Los órganos como el hígado, los riñones y el corazón fueron fundamentales en la dieta de nuestros antepasados, pero hoy en día han caído en desuso, considerados por muchos como extraños o incluso repulsivos. La verdad es que estos alimentos son fuentes de nutrientes extremadamente ricos.
Hace apenas unas pocas generaciones, era común ver órganos en la mesa de las familias. Pero con el tiempo, estos alimentos han sido reemplazados por cortes de carne más populares y aceptados, como el bistec o el lomo. En la actualidad, nuestra cultura ha perdido gran parte del respeto que nuestros antepasados mostraban hacia los órganos, que solían ser los cortes más apreciados. En algunas sociedades de cazadores-recolectores, como los hadza de Tanzania, los órganos siguen siendo sagrados y se consumen antes que cualquier otra parte del animal. Esta práctica no solo es un signo de respeto hacia el animal, sino que también garantiza la obtención de una amplia gama de vitaminas y minerales que son fundamentales para una buena salud.
Los órganos, en particular el hígado, contienen una gran cantidad de nutrientes que no se encuentran en la carne muscular en cantidades tan elevadas. Entre ellos se incluyen el folato, la riboflavina, la biotina, la vitamina K2, el ácido retinoico (una forma biodisponible de vitamina A), colina, cobre y manganeso. Además, los órganos son ricos en péptidos especiales que cumplen funciones esenciales en el cuerpo humano, como el BPC-157, que ayuda en la reparación de tejidos, y la timosina alfa-1, que refuerza el sistema inmunológico.
Incluir órganos en la dieta no siempre es sencillo, ya que no es un hábito común en nuestra cultura actual. Para aquellos que no tienen fácil acceso a órganos frescos o simplemente no disfrutan del sabor, una alternativa es el consumo de órganos desecados o liofilizados, que conservan gran parte de sus nutrientes. De hecho, algunas marcas especializadas ofrecen suplementos de órganos que pueden ser una excelente opción para quienes deseen aprovechar los beneficios nutricionales sin tener que preocuparse por cocinar estos alimentos.
Error #2: No consumir suficiente grasa
Otro error común en la dieta carnívora es no consumir suficiente grasa. Durante décadas, las recomendaciones nutricionales tradicionales, promovidas principalmente por el USDA, han demonizado las grasas, especialmente las saturadas, asociándolas con problemas de salud como enfermedades cardíacas. Sin embargo, estudios más recientes han desmentido esta idea, mostrando que las grasas animales son no solo inofensivas, sino también beneficiosas para la salud humana.
Las grasas animales son ricas en ácidos grasos esenciales, como el ácido esteárico, que ha demostrado ser beneficioso para el metabolismo. Este tipo de grasa ayuda a quemar grasa corporal y mejora el funcionamiento de las mitocondrias, las células que producen energía. Además, la grasa animal contiene vitaminas liposolubles como la vitamina E y la K2, que juegan un papel crucial en la salud cardiovascular y ósea.
El consumo de grasa es fundamental en una dieta carnívora. Sin suficiente grasa, el cuerpo tendrá dificultades para obtener energía, ya que en ausencia de carbohidratos, la grasa se convierte en la principal fuente de combustible. Nuestros ancestros cazadores-recolectores no solo consumían carne magra, sino que valoraban altamente la grasa animal, ya que les proporcionaba la energía necesaria para sobrevivir en ambientes donde los carbohidratos eran escasos.
Por lo tanto, es importante que quienes sigan una dieta carnívora incluyan una cantidad adecuada de grasa en su alimentación diaria. Un objetivo saludable podría ser consumir la misma cantidad de grasa que de proteína. De este modo, el cuerpo obtendrá un equilibrio adecuado de nutrientes y energía. Si es difícil encontrar fuentes de grasa animal de buena calidad, una opción práctica es el sebo de vacuno alimentado con pasto, que es rico en ácido esteárico y otras grasas saludables.
Error #3: No obtener suficiente colágeno
El colágeno es una proteína crucial para la salud de los tendones, la piel, las uñas y los huesos, y es el tercer elemento clave que a menudo falta en una dieta carnívora. Muchos de los cortes de carne que consumimos hoy en día, como los filetes o las pechugas de pollo, son ricos en proteína muscular pero pobres en colágeno. En contraste, nuestros ancestros consumían todo el animal, incluidos los tendones, la piel y las partes más «masticables» que están llenas de colágeno.
El colágeno se encuentra en el tejido conectivo, y su consumo es fundamental para mantener la elasticidad de la piel, la fuerza de las articulaciones y la salud general de los tejidos. El colágeno también es rico en glicina, un aminoácido esencial que ayuda a combatir el estrés oxidativo y favorece la regeneración celular. Sin una cantidad suficiente de colágeno en la dieta, las personas pueden experimentar problemas en la piel, el cabello y las articulaciones, y es posible que no se recuperen de forma óptima después de lesiones o entrenamientos.
Para obtener colágeno en una dieta carnívora, se pueden incluir alimentos como el rabo de buey, los tendones y los caldos de huesos en cualquier caso, estos alimentos pueden requerir tiempos de cocción prolongados para hacerlos más fáciles de consumir. Al igual que con los órganos y la grasa, también existen suplementos de colágeno que pueden ser una forma conveniente de asegurar la ingesta de este nutriente vital.
Bonus: No obtener suficiente calcio
Aunque los tres errores principales se centran en la falta de órganos, grasa y colágeno, hay un cuarto error que algunas personas cometen: no obtener suficiente calcio. Muchas personas que siguen una dieta carnívora optan por incluir productos lácteos como fuente de calcio, pero no todos toleran bien los lácteos. En estos casos, una opción alternativa es la harina de huesos, que contiene calcio biodisponible y otros minerales esenciales para la salud ósea, como el boro y el manganeso.
Es importante elegir cuidadosamente la fuente de calcio, ya que no todas las harinas de huesos son de calidad. Lo ideal es optar por productos obtenidos de animales criados de manera regenerativa, para evitar la exposición a toxinas y metales pesados que podrían acumularse en los huesos de animales criados industrialmente.