Las grasas saludables son esenciales en una dieta basada en alimentos de origen animal. Proporcionan energía, protegen los órganos internos y facilitan la absorción de vitaminas liposolubles como A, D, E y K.

Estas grasas se dividen principalmente en dos categorías: saturadas e insaturadas. Las grasas saturadas, presentes en carnes, huevos y productos lácteos, son fundamentales para la producción de hormonas, la salud del cerebro y la estructura celular. También aportan estabilidad a las membranas celulares y juegan un papel importante en la función inmunológica.

Por otro lado, las grasas insaturadas se encuentran en pescados grasos como el salmón y la caballa, así como en algunas carnes. Estas grasas son cruciales para la salud cardiovascular y ayudan a reducir la inflamación en el cuerpo. Dentro de este grupo, los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados son conocidos por sus beneficios para el corazón.

Entre los ácidos grasos esenciales presentes en los alimentos de origen animal se destaca el ácido linoleico, que se encuentra en carnes, huevos y productos lácteos. Este ácido graso omega-6 es vital para la salud del corazón, la función inmunológica y la regulación hormonal. Es importante destacar que el cuerpo no puede producir ácido linoleico por sí solo, por lo que debe obtenerse a través de la dieta.

Otro ácido graso esencial es el ácido araquidónico, presente en carnes, pescados y huevos. Este componente es esencial para la función celular y la respuesta inflamatoria, participando en la señalización celular y la reparación de tejidos.

Finalmente, los ácidos grasos omega-3, como los que se encuentran en pescados grasos, son fundamentales para la salud cerebral, la función cardiovascular y la reducción de la inflamación. Los ácidos EPA (eicosapentaenoico) y DHA (docosahexaenoico) son particularmente beneficiosos para el desarrollo y funcionamiento del cerebro y la retina.