La actividad física, el entrenamiento y el movimiento son conceptos que suelen emplearse como sinónimos, pero en realidad tienen significados y propósitos específicos. Aunque relacionados, cada uno cumple funciones distintas en la promoción de la salud y el bienestar.
Definiciones técnicas:
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Actividad física: Se refiere a cualquier movimiento corporal que requiera un gasto de energía. Esto abarca desde acciones cotidianas como caminar, subir escaleras o realizar tareas domésticas, hasta actividades recreativas como bailar, nadar o jugar al fútbol. Generalmente, la actividad física se asocia con una intensidad leve o moderada y está orientada a la salud general y el bienestar.
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Entrenamiento: Es una forma planificada y estructurada de actividad física, cuyo propósito es mejorar el rendimiento físico y alcanzar metas específicas. Ejemplos de estas metas incluyen el aumento de la fuerza, la mejora de la resistencia, la pérdida de peso o la mejora de la flexibilidad. El entrenamiento implica programas específicos que pueden incluir ejercicios de fuerza, cardiovasculares, de flexibilidad y equilibrio, dependiendo de los objetivos deseados.
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Movimiento: Este término se refiere a cualquier cambio en la posición del cuerpo, desde acciones simples como sentarse o pararse, hasta movimientos más complejos como correr o saltar. El movimiento es fundamental para el funcionamiento normal del cuerpo, y puede ser tanto voluntario como involuntario, como cuando una extremidad se mueve durante el sueño.
Beneficios para la salud:
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Actividad física: Realizar actividad física de manera regular ayuda a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardíacas. También mejora la salud mental, alivia el estrés y contribuye a mantener un peso corporal adecuado. Actividades como caminar, andar en bicicleta o nadar no solo mejoran la resistencia y la flexibilidad, sino que también fortalecen los huesos y previenen la pérdida de densidad ósea.
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Entrenamiento: Esta modalidad es clave para el desarrollo físico y la mejora de la fuerza, resistencia y flexibilidad. El entrenamiento con pesas, en particular, puede aumentar la densidad ósea y reducir el riesgo de fracturas en personas mayores. Además, contribuye a la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad, y ofrece beneficios significativos para la salud mental.
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Movimiento: Mantener una movilidad adecuada es esencial para el buen funcionamiento del cuerpo. Moverse regularmente ayuda a reducir dolores articulares, mejorar la postura y prevenir lesiones. Asimismo, favorece la circulación sanguínea y, como la actividad física y el entrenamiento, contribuye a la reducción del riesgo de enfermedades crónicas.
La combinación de actividad física, entrenamiento y movimiento es crucial para llevar una vida saludable. Integrar estos tres elementos en una rutina diaria no solo mejora la condición física, sino que también contribuye a una mejor calidad de vida en general, disminuyendo el riesgo de enfermedades crónicas, reduciendo el estrés, mejorando el sueño y aumentando la sensación de bienestar.